A la gente se le puede engañar una vez con algunas cosas, pero no con todo a todas horas y el pasado viernes por la noche Isabel Franco sufrió en sus carnes las consecuencias
Hay multitud de ejemplos en la historia que nos muestran que el ser humano no puede estar engañando constantemente a sus semejantes. Este sencillo axioma no debía conocerlo Isabel Franco, y el pasado viernes por la noche sufrió en sus carnes las consecuencias de ello.
Pero antes de llegar al ayer viajemos al pasado, no muy lejano, para dar contexto a la situación.
El presunto pucherazo de Isabel Franco
Isabel comenzó su andadura política en Cs con lo que, presuntamente, pudo ser un pucherazo: hay indicios bastantes sólidos de que el partido que venía a regenerar la vida política pudo amañar el voto telemático para beneficiar a Franco.
Estos hechos aún se están dilucidando en los juzgados, en parte a la nula colaboración de Isabel y su ex-partido que ha provocado multitud de retrasos en el proceso.
De confirmarse los hechos, Isabel Franco sería un fraude desde su inicio político y no desde que decidió vender su palabra y su firma al diablo a cambio de mantener su poltrona en el Gobierno regional. Se podría dar el caso de haber tenido toda una legislatura a una vicepresidenta ilegítima en el consejo de Gobierno.
El engaño de la regeneración
Ya en la campaña electoral de 2019 comenzamos a vislumbrar de qué mimbres estaba hecha. Fueron muchos los mensajes de que con ella venía la regeneración, que la Región de Murcia no podía tener otros cuatro años más de Partido Popular (¿recuerdan a Inés Arrimadas en la plaza Belluga?), y que si daban los números, haría todo lo posible para ser la “palanca del cambio que necesitaba la Región”.
Pero la realidad fue distinta pese a que el resultado de las elecciones daba una cómoda mayoría absoluta pactando con el PSOE, ganador de las elecciones, y donde los socialistas pusieron todo de su parte para que el ansiado cambio que habían demandado los ciudadanos y ciudadanas de la Región se produjera.
Lo que sucedió ya lo conocéis: llamada de Rivera, para prohibir el pacto con los socialistas, con Fran Hervías por debajo del mantel, a las órdenes del caído Teodoro García, pactando justo lo contrario que su partido había prometido en campaña. Este “manoseo” de Hervías, le granjearía un ‘puestecico’ en el PP al comienzo de la desintegración de Ciudadanos hace poco más de un año.
López Miras tuvo que tragarse el sapo de ‘la Franco’ y nombrarla vicepresidenta y Consejera. Fue el precio a pagar por Gobernar pese a haber perdido las elecciones.
Consejera de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social
Isabel intentó lavar su imagen cogiendo una cartera de eminente corte social, pretendiendo endulzar la traición que había realizado a las 78.139 personas que le habían votado. López Miras creó ad hoc la Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social para ella.
Aquella consejería causó revuelo en los colectivos LGTBI, que no veían con buenos ojos ni el nombramiento ni los intentos de hacer creer a la gente que Franco se iba a tomar en serio el área. Memorable fueron los efectos especiales que utilizó en el rótulo de su consejería al pintar con los colores del arcoíris las letras LGTBI intentando, una vez más, engatusar al sector. Algo que, como más adelante veremos, nunca consiguió y tuvo una escenificación clara y manifiesta en la noche del pasado viernes.
La legislatura para Isabel estaba siendo dura: ladeada en su partido, ignorada por su compañeros y ninguneada por los miembros del ejecutivo regional, con los que se llegó a decir que ni se hablaba.
Y llegó la COVID-19
Llegó la pandemia, y su incapacidad para gestionar se hizo patente con las residencias de mayores. Error tras error, encaminó a las residencias a continuos focos del virus. Falta de personal, maltrato del existente, órdenes contradictorias y muchas muertes en aquellos centros marcaron su trabajo y provocaron las críticas de todo el sector hasta el punto que fueron varias las ocasiones que López Miras tuvo que ir en su auxilio para calmar los ánimos porque aquello se les iba de las manos a Isabel.
Moción de Censura 0 – Atornillarse al sillón 1
Y llegamos a la moción de censura, esa en la que ‘la Franco’ vio su oportunidad de atornillarse al sillón vendiendo una falsa lealtad a López Miras, que en realidad no era sino su último intento de sobrevivir dado que Ana Martínez Vidal, la que le había comido la tostada en su partido, la tenía sentenciada de muerte.
Fue en ese momento donde, pese a haber firmado la moción de censura, pese a aceptar el cambio, pese a que le garantizaron que seguiría en el ejecutivo, salió de una reunión a media noche para dirigirse a un, frecuentado, por ella y su entorno, restaurante y vender de nuevo su alma al diablo. Fue el comienzo del fin.
Lo que pasó después ya lo sabéis: incumplió su palabra y su firma, fue expulsada de su partido, declarada tránsfuga y castigada a pasear su vergüenza y la que hizo que pasáramos el millón y medio de ciudadanos y ciudadanas de esta región, hasta que terminara la legislatura. Aunque como dice el refrán, ‘las penas con pan, son menos’, y el importante sueldo que mantenía y su visibilidad mediática eran mucho pan para quien no era merecedora de tenerlo.
Y hasta el día de hoy se ha pasado los días de asistencia en asistencia a actos públicos. Solo hay que revisar su agenda y no hay sarao o encuentro que se haya perdido. Incluso manteniendo ‘reuniones de trabajo’ en los mejores restaurantes de la Región, como las que suele tener regularmente con “diputados”, según reza en el extracto de sus gastos de representación, todo ello pagado con dinero público.
Abucheada, increpada y obligada a marcharse
Llegados a este punto, aterrizamos en la noche del pasado viernes donde Isabel asistía a la entrega de Premios Fomento de la Tolerancia 2022, en la Plaza Cristo Resucitado del barrio de Santa Eulalia, en Murcia con motivo de los festejos organizados por la semana del Orgullo en la ciudad.
Unos premios organizados por ella, financiados por ella, por su consejería según se puede ver en el cartel anunciador, y que había tenido el valor de autonominarse y darse a sí misma uno de los galardones. Véase con estos actos en qué alta estima se tiene.
Y entonces sucedió lo que tenía que suceder: el colectivo al que había maltratado, ignorado, y mentido en más de una ocasión se reveló. Y aquello dio lugar a un histórico abucheo donde la increparon, insultaron e invitaron a que se marchara.
Estoy segura de que esa noche fue de las peores que habrá pasado Isabel. Intentando apaciguar a los presentes, con el rostro desencajado, y sin poder dar su, seguro, preparadísimo discurso. Las imágenes hablan por sí solas y no hace falta explicarlas.
A la gente se le puede engañar una vez con algunas cosas, pero no con todo a todas horas y el viernes por la noche Isabel Franco sufrió en sus carnes las consecuencias.
Con todo, en esta extraña legislatura que nos ha tocado vivir, sin ningún lugar a dudas Isabel Franco es la vicepresidenta y consejera que nunca tuvo que llegar a ser.