Fernando López Miras ha iniciado un irrevocable regreso al pasado. Al más casposo y rancio. Ese que creímos dejar atrás hace más de 40 años, y que nuestro presidente está empeñado en rememorar y pasarlo del blanco y negro al color
Definitivamente la Región de Murcia se ha encaminado a la regresión y, como buen cangrejo, solo camina hacia atrás, de la mano de un capitán de barco, que no tenemos claro que esté preparado para dirigir la nave hacia buen rumbo.
Fernando López Miras, ese presidente puesto a dedo por Pedro Antonio Sánchez, PAS para los amigos, que no ha ganado ningún proceso electoral, que su único mérito era el ser la marioneta de PAS mientras ‘solucionaba’ sus asuntos judiciales, está llevando a la Región de Murcia hacia el abismo.
El único mérito que se le conoce a este presidente es el de mediar en una operación para un familiar del caído Teodoro García, permitir que su consejero de sanidad y más de 600 altos cargos se vacunaran indebidamente y de consentir, con su inacción, la agónica muerte del Mar Menor.
Ojo, que no son méritos baladís. Su antecesor y ahora enemigo, Ramón Luis Valcárcel, ya apuntaba maneras al ‘agachar las orejas’ y permitir la llegada del AVE pasando por Alicante, aceptar las competencias de sanidad sin mirar los números, y permitir (con su acción u omisión, eso lo decidirán los jueces) uno de los mayores pufos que se recuerdan en la Región: la desaladora de Escombreras.
Pero Fernando, Fer para los amigos, ha hecho bueno a ‘Ramonluis’. Ha hundido a la Región de Murcia en todos los ránquines habidos y por haber. Ha permitido la entrada de la ultraderecha más rancia en el Gobierno, quien a cambio de mantenerle en su sillón, le ha obligado a tragarse un pin parental encubierto, una regresión en materia educativa nunca antes vista, insumisión ante normas estatales de obligado cumplimiento, y un adoctrinamiento ideológico propio de cuando el brazo derecho saltaba como un resorte hacía arriba y se cantaban canciones con la camisa nueva y cara al sol.
Y todas estas concesiones parece haberlas asumido de buen grado. Como el que hace algo con gusto y que no va en contra de sus ideas.
Esta semana hemos asistido al más triste día de la Región de Murcia que se recuerda con la imposición del título predilecto de nuestra comunidad autónoma a una persona cuyo principal mérito fue el vacunarse antes de tiempo saltándose la cola de vacunación, además de por un discurso indigno de un presidente autonómico, más propio de un mitin con presencia de los fieles seguidores de su partido que de un acto institucional donde Fer tenía la obligación de representar a todos y todas.
Esto dicho así no parece tan grave, teniendo en cuenta que el anterior consejero de Sanidad también hizo lo mismo, pero en este caso fue cesado (públicamente dijeron que dimitió pero la realidad fue otra) por vacunarse junto a todo el séquito del que era responsable.
Pero claro, este cese era fácil, porque hablamos de alguien mundano y terrenal, pero cuando se nos da el caso, como el que nos ocupa, donde entra en juego lo divino, la cosa cambia.
Y resulta curioso, que ante los mismos actos, a una persona se le cese y a otra se premie con la más alta distinción de la Región de Murcia.
El caso es que Manuel Villegas no era obispo. Y eso, queridos amigos y amigas, marca la diferencia. Por ser obispo, apuntarse como trabajador de una residencia de la que no lo era, hacerse pasar por capellán y junto a su corte de vasallos más cercana, procurarse la tan ansiada vacuna contra la COVID, por esto, te nombran hijo predilecto.
Pero lo peor, para mi al menos, no es eso. Lo más grave es que Fer actúa a plena luz del día, sin ocultarse, con total alevosía y premeditación. El anuncio fue noticia nacional de la mano del digital Infolibre, incluso con un generoso espacio en el programa de Risto Mejide, «Todo es mentira». Pero a Fer le da igual. Con negar declaraciones sobre el tema a los medios de comunicación que se interesaron por el asunto (pocos por cierto, porque en esta Región se sigue a rajatabla aquello de ‘no morder la mano que te da de comer’), no atendiendo ninguna de las múltiples alegaciones presentadas contra este nombramiento divino y dejar pasar los días, la marejada pasaría, como así ha sucedido.
Aún así, el día de la Región de Murcia de este año también pasará a la historia porque los beneficiarios de la gracia de Fer, digo, de las distinciones dadas a dedo por nuestro gracioso presidente, no muestran la realidad social en la que nos encontramos. Solo tres mujeres entre las agraciadas. ¿De verdad en esta región solo hay tres mujeres que reúnan los méritos necesarios para recibir estas distinciones?. No y mil veces no. Esta región derrocha talento femenino.
¿Por qué no premiar a Teresa Vicente? Esa catedrática que contra viento y marea, y mucha oposición de los súbditos de Fer, todo sea dicho de paso, consiguió reunir las firmas necesarias para elevar la ILP del Mar Menor que ahora se encuentra en tramitación en el Congreso de los Diputados.
¿Y a Pity Alarcon? Esa gran profesional de la comunicación con más de cuarenta años de experiencia a sus espaldas habiendo sido directora de RNE y RTVE en la Región.
O tal vez a Rosa Roda. Periodista de raza, de las que ya no quedan en esta región y que sigue luchando desde Onda Cero por informar de lo que a otros les resulta incómodo y perdura en el tiempo pese a los múltiples ataques públicos que ha recibido por su labor.
Y me dejo a cientos de mujeres que reúnen méritos más que sobrados para ser merecedores de estas distinciones por una cuestión de espacio y tiempo, porque podría estar todo el día enumerándolas.
En definitiva, Fernando López Miras ha iniciado un irrevocable regreso al pasado. Al más casposo y rancio. Ese que creímos dejar atrás hace más de 40 años, y que nuestro presidente está empeñado en rememorar y pasarlo del blanco y negro al color.
P.D.: A Carlos Alcaraz, y la gente que le rodea: procuren no dejarse embriagar por los cantos de sirena de este tipo. Cabeza fría, y a evitar ser utilizado con fines ajenos a los que se debe el joven tenista de El Palmar. No le hacen ningún bien.