«Ni profesores, ni médicos, ni bomberos… pero tranquilos, que propaganda no falta»
En la Región de Murcia, la falta de profesores, médicos y bomberos no es una novedad, sino una constante perfectamente orquestada por un Gobierno regional que ha demostrado ser un maestro en el arte de ignorar las necesidades básicas de sus ciudadanos. Aplaudamos, pues, la coherencia de esta administración: si algo saben hacer bien, es incumplir acuerdos y promesas en todos los sectores esenciales. De esta manera, han logrado lo que pocos gobiernos consiguen: una indignación unánime.
Empecemos este recorrido por el desierto de competencias con la educación. La escasez de profesores en asignaturas clave como Matemáticas, Ciencias o Informática es tan alarmante que hasta los alumnos parecen aprender una lección fundamental: en la Región de Murcia, la inversión en educación es tan escasa como las lluvias en agosto. Según el Gobierno regional, solucionar esta crisis requería una «planificación estratégica», que en su diccionario particular significa anunciar 1.605 plazas docentes… mientras cruzan los dedos para que nadie pregunte cómo piensan cubrirlas realmente.
La promesa estrella de reducir la jornada laboral a los docentes, con una hora lectiva menos, resultó ser un regalo envenenado. Para cubrir los nuevos puestos que esta medida generaría, simplemente no hay suficientes profesores. ¿La solución del gobierno? Probablemente esperar a que los propios niños enseñen matemáticas mientras los padres organizan colectas para pagar a los sustitutos.
En salud: ¡que viva la autogestión!
Si la educación está mal, la sanidad está directamente en cuidados paliativos. El déficit de médicos, especialmente en Atención Primaria, es un escándalo que el Gobierno regional parece abordar con la filosofía del «sálvese quien pueda». Se prevé que más de 2.500 médicos se jubilen en la próxima década, y hasta ahora la única medida concreta parece ser cruzar los dedos para que los pacientes dejen de enfermar.
La realidad en los centros de salud murcianos es digna de una tragicomedia: médicos sobrecargados, agendas imposibles y un personal sanitario exhausto que, aun así, sigue al pie del cañón. Pero el colmo del sarcasmo es el incumplimiento del acuerdo de crear 123 nuevas plazas en Atención Primaria. ¿Qué se logró? Solo cubrir 35 de esas plazas, dejando el resto en el limbo. ¿Tal vez creen que las ausencias las cubrirá la Virgen de la Fuensanta?
Si esto no fuera suficiente, el Sindicato Médico CESM ha denunciado que las jubilaciones no se están cubriendo, creando un agujero que amenaza con convertirse en un cráter. Eso sí, el Gobierno regional promete «medidas integrales» para paliar la situación, probablemente cuando ya no quede ningún médico en la Región. Mientras tanto, el personal sanitario pide lo imposible: que los políticos cumplan lo firmado. Ingenuos.
Bomberos en peligro de extinción
El incendio de incompetencia gubernamental alcanza su punto álgido en la gestión de los bomberos. Si ya es preocupante que los parques de bomberos de municipios como San Pedro del Pinatar o Yecla cierren por falta de personal, lo que realmente deja sin palabras es la actitud del Gobierno regional. ¿Cómo se soluciona una crisis de plantilla? Según ellos, anunciando a bombo y platillo 30 plazas nuevas, cuando el déficit real es de 120. Aquí parece que alguien se quedó sin calculadora… o sin vergüenza.
La consecuencia de esta falta de bomberos es dramática: tiempos de respuesta más largos, emergencias mal atendidas y un personal al límite de sus capacidades. Por supuesto, para el Gobierno, todo esto es secundario. ¿Qué más da si los ciudadanos están en peligro? Al fin y al cabo, la Región de Murcia no se quema tan a menudo… o eso deben pensar en sus cómodos despachos.
La excusa eterna: «estamos trabajando en ello»
Si hay algo que el Gobierno de la Región de Murcia sabe manejar con maestría, es el arte de la dilación. Ante cualquier denuncia, la respuesta es siempre la misma: «Estamos trabajando en ello». Es una frase que, traducida al lenguaje común, significa «No tenemos ni idea de qué hacer, pero queremos que se calle la gente».
Lo más irónico es que, mientras los ciudadanos lidian con la falta de servicios básicos, el Gobierno regional siempre encuentra tiempo y recursos para otras prioridades. Tal vez no haya dinero para contratar médicos o bomberos, pero siempre hay fondos para campañas publicitarias que destaquen los «logros» de la administración. ¿El mayor logro? Haber conseguido que la Región de Murcia sea la donde más se recorta en lo esencial, pero con la sonrisa más grande.
La Región del olvido
Lo más triste de todo esto es que la desidia no es accidental; es deliberada. Cada promesa rota, cada acuerdo incumplido, cada servicio recortado forma parte de una política que trata a los ciudadanos como meros números. Profesores, médicos, bomberos… todos son prescindibles en la hoja de cálculo de un Gobierno que ha hecho del abandono su seña de identidad.
Si algo demuestra esta gestión, es que en la Región de Murcia las prioridades son claras: primero, los despachos; luego, la propaganda; y en último lugar, muy lejos, los ciudadanos. Eso sí, cuando todo arda (literal y metafóricamente), al menos podremos estar tranquilos: tendremos un eslogan espectacular para recordarlo.
El verdadero legado
El verdadero legado del Gobierno regional no será el desarrollo económico ni la mejora de los servicios públicos. Su gran aporte será haber conseguido que todos los sectores esenciales —educación, sanidad, protección civil— funcionen peor que nunca. Profesores agotados, médicos sobrecargados, bomberos escasos… Si esto no es una hazaña, ¿qué lo es?
En este panorama desolador, los ciudadanos de la Región de Murcia solo pueden esperar una cosa: que las urnas hagan lo que este Gobierno nunca hará, que es cumplir con su responsabilidad. Mientras tanto, seguimos asistiendo al espectáculo tragicómico de una administración que parece especializada en prometer lo imposible y cumplir lo impensable.
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