El fiasco de la Desaladora de Escombreras

El fiasco de la Desaladora de Escombreras
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La Desaladora de Escombreras no solo es un monumento a la incompetencia, sino también el legado más oscuro de los gobiernos del Partido Popular en la Región de Murcia. Lo que se presentó como una solución innovadora al problema del agua se ha convertido en un agujero negro financiero que drenará las arcas públicas durante décadas, con un coste final que superará los 700 millones de euros, por una infraestructura cuyo valor real no llegaba ni a 25 millones.

Las cifras son demoledoras: más de 200 millones de euros en pérdidas acumuladas, 30,68 millones perdidos solo en 2022 y una deuda que asfixia las finanzas públicas. Mientras tanto, la planta opera a una décima parte de su capacidad y los murcianos siguen pagando los platos rotos de una decisión política desastrosa.

Una gestión plagada de errores y despilfarro

La historia de la desaladora es la crónica de un fracaso anunciado. Desde su concepción, el modelo financiero elegido, basado en un arrendamiento leonino, aseguró que su coste se dispararía exponencialmente. ¿Quién tomó esta decisión? Los gobiernos del Partido Popular, los mismos que llevan más de dos décadas vendiendo humo sobre una infraestructura que, lejos de resolver los problemas hídricos, ha creado un problema económico colosal.

El fiasco de la Desaladora de Escombreras
Agentes de la Guardia Civil y científicos adscritos a la Fiscalía, durante una inspección en 2016

Es escandaloso que la Comunidad Autónoma esté comprometida a pagar hasta 2034 por una infraestructura infrautilizada. ¿Qué tipo de planificación permitió que una obra pública se convirtiera en este despropósito? La falta de previsión y el desprecio por los recursos públicos son evidentes, pero lo más grave es la ausencia de rendición de cuentas.

El coste real para los murcianos

Más allá de los números, la desaladora supone un lastre real para las finanzas regionales. Cada euro destinado a pagar la deuda de Escombreras es un euro que no se invierte en sanidad, educación o infraestructuras clave. El Gobierno regional se escuda en la falta de fondos, pero es precisamente su mala gestión la que ha creado este agujero negro económico.

La deuda acumulada, que incluye compromisos con proveedores y la Agencia Tributaria, no hace más que aumentar. Mientras tanto, la falta de ingresos generados por la planta es un recordatorio constante de su inutilidad. La desaladora, que podría haber sido una solución estratégica, es ahora el mejor ejemplo de cómo no se debe gestionar una obra pública.

El fiasco de la Desaladora de Escombreras
La desaladora de Escombreras, en primer término, junto a las instalaciones de Enagás, en la dársena de Escombreras

No se puede hablar de Escombreras sin señalar directamente a los responsables políticos. El Partido Popular, que ha gobernado la Región de Murcia durante más de dos décadas, es el artífice de este desastre. No solo permitieron que se construyera bajo un modelo económico inviable, sino que han sido incapaces de solucionar el problema desde entonces.

Las investigaciones judiciales abiertas sobre la gestión de la desaladora revelan indicios claros de negligencia, cuando no de algo peor. Los ciudadanos tienen derecho a saber por qué se tomaron decisiones tan perjudiciales y quiénes se beneficiaron de ellas.

Un futuro hipotecado

El coste total de la desaladora no es solo económico, sino también político y social. La Región de Murcia está atrapada en un círculo vicioso de deuda y despilfarro que limita su capacidad de crecimiento. Es urgente que el Gobierno regional tome medidas contundentes para abordar este problema, pero la falta de voluntad política es evidente.

Renegociar contratos, optimizar el funcionamiento de la planta y garantizar la transparencia en su gestión son pasos indispensables. Sin embargo, estas soluciones llegan demasiado tarde para compensar el daño ya hecho.

El verdadero legado de Escombreras

La Desaladora de Escombreras es más que un fracaso técnico: es un símbolo de la ineficiencia, el despilfarro y la falta de responsabilidad que han caracterizado a los gobiernos del Partido Popular en la Región de Murcia.

Los ciudadanos merecen algo mejor. Merecen transparencia, responsabilidad y un uso eficiente de los recursos públicos. Pero sobre todo, merecen que se acabe con este ciclo de despropósitos que lastra el futuro de la Región.

Es hora de que se asuman responsabilidades. Es hora de que los culpables den la cara. Y, sobre todo, es hora de que los murcianos exijan el cambio que tanto necesitan. La Desaladora de Escombreras no puede seguir siendo un monumento al fracaso político.

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