Metástasis de un cáncer inoculado

Metástasis de un cáncer inoculado
Metástasis de un cáncer inoculado

«A mi entender de viejo cascarrabias, nuestros problemas no son políticos, sino que son populares o del pueblo»

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Iban todos juntitos, como si fueran africanos que acababan de desembarcar en pateras, y lo cito por la igualdad en el colorido de sus pieles, porque el dinero, las perras, que con toda impunidad, del mismo color que los tripulantes de las pateras, llegó en su día al lugar, a la cortijá adecuada para inocular un cáncer, con dos metástasis estudiadas y calculadas.

Una de ellas un buen negocio de alta rentabilidad, que, por supuesto, los reos de culpa no son sus promotores, sino un número inacabado de cómplices, porque la universidad católica, una entidad que si es católica no puede ser universidad, algo tan sumamente nacional, mucho más que la bandera, como era premiar el esfuerzo por el saber y el conocimiento, era recompensado por un título de reconocimiento expedido por todos nosotros los españoles, firmado por el mandamás mayor por orden social nuestra.

Tal reconocimiento social, al principio solamente reservado para los ricos, tan pronto la multinacional vaticana se dio cuenta, y se percató que la ciencia y sus leyendas no caminaban parejas, dio un volantazo social, y creó unos chiringuitos estancados para los ricos, donde pagar la matricula es lo más “culto y científico” y mantiene vive la metástasis social de los elegidos.

Cuando llega octubre, después de llevar al lomo muchos años de leer todo y cuanto ha caído en mis manos sobre la más que abundante crónica frailuna colombina, y la América de habla Ibérica, aún sabiendo que lo mío estremece y hace temblar las mentiras blanqueadoras de la crónica, lo mismo que cuando una pulga salta le ocurre al planeta, siempre en mi privacidad le pido perdón a las gentes originarias de América, porque creo que les dejamos allí más campanas diferenciadoras localistas, que las que teníamos aquí.

Pero dicho esto; lo que avinagra y mucho es que faltando médicos, profesores, transportes, y dejando de lado que no sé la razón por la que cuando me tropiezo sin querer con el Lorzas en la televisión, asocio su presencia con una ducha, el tratamiento, la aplicación que le dan al dinero público, tan solo no es que siga la ley del embudo, sino que sigue el camino que les sale de sus matrículas, por muchas constitución y por muchos departamentos que haya hasta para, en teoría, analizar la orina de nuestros amados políticos.

A mi entender de viejo cascarrabias, nuestros problemas no son políticos, sino que son populares o del pueblo, que del mismo modo que antaño se glosó la figura del bandolero emboscado en los caminos, ahora hacemos lo mismo glosando inútiles, cómplices y admiradores de genocidas, con la única diferencia que nada se sabe acerca de intercambio de besos entre bandoleros y asaltados en los caminos, mientras en la cortijá murciana hemos presenciado un intercambio de besos entre inútiles y cómplices en lista de espera por si le cayera la breva.
Hasta que no salgamos a la calle y echemos a gorrazos de sus despachos a tanto potencial heredero del franquismo y a un beaterio inquisitorial, seguiremos viendo como hay gente que aplaude el beso de amor entre responsable e irresponsables.

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