«El PP tenía una alternativa de centro, pero ha preferido someter a la Región a los postulados de la ultraderecha«

La aprobación de los Presupuestos de la Región de Murcia para 2025, para menos de 6 meses en realidad, es mucho más que un trámite político o una cuestión de equilibrios parlamentarios. Es, ante todo, la confirmación de un modelo de sociedad, la evidencia de una encrucijada histórica y, sobre todo, la prueba de que en la política regional no solo pesan los números, sino también las convicciones y los miedos de quienes tienen en sus manos el futuro de todos.
El acuerdo entre el Partido Popular de Fernando López Miras y la extrema derecha de VOX marca un antes y un después en la historia reciente de la Región. Y es importante que lo digamos alto y claro: otra región es posible, y no tenemos por qué resignarnos.
El acuerdo de presupuestos alcanzado por el Partido Popular con VOX en la Región de Murcia no es fruto de la necesidad ni del pragmatismo político: es, por encima de todo, una elección consciente, ideológica y profundamente dañina para el futuro de nuestra tierra. Mientras López Miras y su gobierno podían haber abierto el diálogo hacia un consenso más amplio y centrado con el PSOE, han optado deliberadamente por entregar la gobernabilidad a la ultraderecha, asumiendo sin matices sus posiciones más retrógradas y excluyentes. Esta decisión no es inevitable. Es una renuncia —premeditada— a la pluralidad, a la convivencia y a una Región de Murcia abierta, moderna y socialmente avanzada.
He leído todas las crónicas publicadas en estos días —desde ‘La Verdad’ a ‘El País’, pasando por ‘La Opinión’, ‘eldiario.es’, ‘La Vanguardia’ o ‘El Confidencial’— y todas coinciden en el punto clave: el PP ha tenido la opción de elegir, y ha preferido pactar con VOX antes que buscar una solución de consenso, más amplia y plural, con el PSOE. Nadie puede hablar aquí de fatalidad aritmética, ni de “única salida” ni de ese manido “no había otra opción”. La hubo, la hay y la seguirá habiendo. Lo que falta es voluntad política y, sobre todo, coraje para no ceder ante el chantaje de la ultraderecha.

El pacto PP-VOX: la cesión total al ideario ultra
No nos engañemos: lo que está sucediendo en la Región de Murcia no es un simple acuerdo de gobernabilidad. El PP no solo se apoya en VOX para sumar votos, sino que asume, sin matices, buena parte del discurso y la agenda ultra. Basta leer las claves del acuerdo, publicadas y confirmadas en los principales medios regionales y nacionales. El pacto va mucho más allá de lo presupuestario: incluye el blindaje de competencias de VOX en el Gobierno, la “revisión” de políticas de igualdad, la supresión de ayudas a organizaciones feministas, recortes en materia de diversidad y memoria democrática, y una retórica agresiva contra cualquier atisbo de pluralismo.
No es casualidad que VOX haya conseguido mantener sus postulados y además de garantías de que se aplicarán sus posiciones más ideológicas, aunque eso suponga dinamitar los consensos sociales y retroceder décadas en derechos. El PP, lejos de frenar o modular las posiciones ultras, ha preferido apagar el fuego echando gasolina. Ni rastro de voluntad de tender puentes con el PSOE, ni un atisbo de centralidad, ni siquiera el mínimo intento de buscar una mayoría estable basada en el respeto institucional.
Había otra opción: los números y la política
Es imprescindible insistir: el PP tenía la posibilidad real, cierta y viable, de aprobar unos presupuestos “de centro”, abiertos al diálogo y la negociación con el PSOE. Nada impedía a López Miras y a su equipo sentarse a negociar con Francisco Lucas y explorar puntos de encuentro. Es más, muchas voces dentro del propio PP y en la sociedad civil lo reclamaban, incluso desde sectores empresariales y organizaciones sociales que ven con preocupación la deriva ultra del Gobierno regional.
¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué elegir a VOX y renunciar al PSOE? La respuesta es simple, pero dolorosa: porque el PP ha asumido que sus réditos electorales y su control institucional dependen hoy de mantener a raya a la ultraderecha y consolidar ese muro de “anti-sanchismo” que todo lo contamina.
Porque pactar con el PSOE hubiera supuesto aceptar políticas de igualdad, memoria democrática, protección de los colectivos vulnerables, inversiones en sanidad y educación públicas, y un control más riguroso del gasto y la transparencia. Es decir, todo aquello que la extrema derecha detesta y que, en el fondo, incomoda también a quienes han hecho del clientelismo y el “gobierno a la contra” su seña de identidad durante décadas en la Región.
El pacto con VOX es, por tanto, un acto de voluntad. Es una elección ideológica, no una imposición aritmética. No nos dejemos engañar por los discursos de la “gobernabilidad” ni por el “mal menor”. Lo que hay aquí es una asunción total y consciente del marco ultra: recentralización, recortes en derechos, hostilidad hacia las minorías y uso partidista de las instituciones.
¿Qué pierde la Región de Murcia con este pacto?
Lo primero, dignidad democrática. Cuando un gobierno asume, sin reservas, los postulados de la ultraderecha, no solo está cediendo a una minoría radical, sino que está traicionando la historia de una sociedad que, aunque diversa y plural, siempre ha tenido en la convivencia y el respeto a los derechos humanos uno de sus mejores activos.
Lo segundo, pluralidad institucional. El acuerdo PP-VOX clausura de facto cualquier posibilidad de acuerdo transversal y condena a la Región a una legislatura de trincheras, vetos y exclusiones. Es un modelo de “yo o el caos”, que alimenta la polarización y destruye los puentes necesarios para construir políticas útiles y duraderas.

Lo tercero, estabilidad social y económica. Basta mirar el contenido del acuerdo para ver lo que viene: más recortes en igualdad, retroceso en derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI, supresión de programas de memoria democrática, hostilidad hacia la educación pública y el fomento del sectarismo en vez del consenso. ¿Eso es lo que necesita la Región de Murcia en 2025? ¿Un paso atrás en derechos y libertades, solo para que el PP pueda mantener su hegemonía institucional a cualquier precio?
Otra Región es posible: la ciudadanía no debe resignarse
El mensaje que intento transmitir desde aquí es claro: otra Región de Murcia es posible, y está en manos de la ciudadanía exigirla. No hay ningún mandato divino ni ninguna fatalidad matemática que obligue al PP a entregar el gobierno y las políticas públicas a VOX. La resignación nunca ha sido un proyecto político, y mucho menos una solución para los problemas reales que enfrentamos como sociedad.
Murcia necesita una política de altura, basada en el respeto, el diálogo y el pacto entre diferentes. Unos presupuestos consensuados con el PSOE habrían significado el reconocimiento de la pluralidad regional, la defensa de los servicios públicos, la protección de los derechos sociales y la apuesta por un modelo de desarrollo más justo y sostenible. Sí, es cierto que el PSOE y el PP tienen diferencias profundas, pero también es cierto que hay un espacio de consenso posible, sobre todo en lo que atañe a la defensa del interés general y a la garantía de estabilidad institucional.
¿Qué se ha elegido en cambio? Se ha elegido el camino corto, el del enfrentamiento permanente y la entrega del gobierno a los postulados más retrógrados. Se ha optado por dejar a la Región rehén de las obsesiones de VOX, renunciando a un proyecto integrador y moderno. Y eso, tarde o temprano, tendrá consecuencias. No solo para la imagen de la Región, sino para la vida cotidiana de miles de ciudadanos y ciudadanas que ven cómo se les arrebatan derechos y se les impone una agenda ideológica ajena a la mayoría social.
La responsabilidad de la sociedad civil y la oposición
No todo está perdido. Frente a la resignación, cabe la esperanza activa y la movilización democrática. Es fundamental que la sociedad civil, los sindicatos, las organizaciones feministas, los colectivos sociales, la comunidad educativa y científica, y, en definitiva, toda la ciudadanía consciente de lo que está en juego, hagan oír su voz. La Región de Murcia no puede quedar secuestrada por la minoría más radical. No podemos permitirnos normalizar el discurso del odio, la exclusión ni la regresión en derechos.
La oposición tiene la responsabilidad de ofrecer una alternativa real, de demostrar que el acuerdo PP-VOX no es el único horizonte posible. Toca construir, desde ya, un proyecto social mayoritario, capaz de sumar a quienes rechazan el sectarismo y apuestan por una Región abierta, justa, igualitaria y moderna.
Elegimos cada día el futuro de nuestra Región
Lo que acaba de firmar el PP con VOX no es solo un pacto presupuestario: es una declaración de intenciones sobre el tipo de Región que quieren para el presente y para el futuro. Pero esa no es la única Región posible. Hay otra, basada en la pluralidad, el diálogo, la decencia institucional y el progreso compartido.
Que nadie nos haga creer lo contrario. Que nadie nos diga que solo queda resignarse. La Región de Murcia merece más, mucho más, que el pacto de la involución. La ciudadanía tiene la última palabra. No es solo un asunto de partidos: es, ante todo, una cuestión de dignidad y de proyecto colectivo. Y ahí, quienes creemos en otra Región, no podemos ni debemos faltar.
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