De nuevo nos estamos llegando al final de otro curso escolar, y de nuevo estamos sufriendo los efectos del excesivo calor que han de soportar en las aulas, tanto los alumnos como los docentes
En estas fechas, se habla continuamente de la programación de cierre de curso, y de los preparativos para el inicio del siguiente. Pero hay un tema que continúa sin resolverse, y que ANPE viene denunciando desde hace varios cursos: el del excesivo calor que se ha de soportar en las aulas, especialmente en los meses de junio y de septiembre. Este es un problema que repite curso tras curso, que todo el mundo reconoce, pero al que no se le dota de ninguna solución.
El Real Decreto 486/1997, de 14 de abril, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo (BOE nº97 de 23-04-1997), en el Anexo III sobre Condiciones ambientales de los lugares de trabajo, indica que:
La exposición a las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no debe suponer un riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores, es decir, de alumnos, docentes y personal del administración y servicios.
(…), las condiciones ambientales de los lugares de trabajo no deben constituir una fuente de incomodidad o molestia para los trabajadores…
En los lugares de trabajo cerrados deberán cumplirse, en particular, las siguientes condiciones:
La temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17º y 27º C (…)
La humedad relativa estará comprendida entre el 30 y el 70%…
Desde ANPE podríamos analizar detalladamente la situación del calor en las aulas, y hablar de variables termo-higrométricas; de confort térmico; de intercambio de calor por convección; de sensaciones frente al ambiente térmico; etc, pero al final todo nos llevaría a la misma evidencia: el exceso de calor que caracteriza nuestra aulas origina que el alumnado: disminuya notablemente su disponibilidad para el aprendizaje, reduzca su capacidad de concentración, se sienta más inquieto, desarrolle síntomas de ansiedad, esté más irritable,…
Todos estos factores influyen, sin duda alguna, de forma muy negativa en el rendimiento escolar del alumnado de nuestra Región. Además, a todo lo indicado, hay que sumarle que el exceso de calor en las aulas, representa una sobrecarga para el organismo del alumnado, -en relación con los adultos que poseemos una masa muscular mayor-, lo que provoca el incremento de la temperatura interna del organismo, originando la aparición más rápida de la fatiga.
Este es un tema que ANPE pone sobre la mesa de la Administración todos los cursos en junio y en septiembre; ésta lo va posponiendo y alegando la sobrecarga de tareas que conlleva el inicio/cierre del curso, lo deja sin abordar hasta el curso siguiente, y así sucesivamente…
Estamos entrando en la segunda quincena de junio, y nos encontramos con que el problema del exceso de calor en las aulas, está originado importantes problemas de salud en docentes y alumnos de nuestra Región.. Por eso, nos hemos dirigido nuevamente a todos los altos cargos de la Consejería de Educación, para que, con carácter de urgencia, adopten las medidas necesarias de cara a la próxima semana, de tal modo que se coordine la modificación de horarios, -o incluso la suspensión de clases-, y se dote de autonomía a los Centros para que puedan reaccionar con agilidad y celeridad, según la situación que se dé en cada uno de los puntos de nuestra Región.