Este verano son 23 los niños y las niñas saharauis, de los campamentos de refugiados de Tindouf (Argelia), acogidos por otras tantas familias murcianas, una de ellas de Molina de Segura
El Salón de Plenos ha sido el lugar elegido por el Ayuntamiento de Molina de Segura para recibir a una representación de los niños y las niñas saharaui que, junto con sus correspondientes familias murcianas de acogida, participan este año, tras el parón que ha supuesto la pandemia, en el Programa Vacaciones en Paz que promueve en la Región de Murcia la Asociación Sonrisa Saharaui.
En la recepción se ha contado con la presencia de siete de esos menores y sus familias de acogida, una de ellas de Molina de Segura. En el acto han intervenido el concejal de Cooperación al Desarrollo, Mariano Vicente Albaladejo, la presidenta de la Asociación Sonrisa Saharaui, Juana Abenza Abenza, y Laura Iniesta López, en representación de las familias de acogida.
El Programa Vacaciones en Paz se desarrolla en colaboración con el Ayuntamiento de Molina de Segura desde hace más de 20 años. Consiste básicamente en acoger a menores saharauis, cuyas edades oscilan entre los 8 y 12 años, durante el verano, en este ocasión entre el 22 de julio y el 5 de septiembre. Se trata de menores despiertos e inquietos, acostumbrados a jugar en la calle. Son niños y niñas de familias estructuradas, con lazos afectivos muy fuertes y un entorno social estable.
En España participan todas las Comunidades Autónomas y son varios cientos de pueblos y ciudades los que acogen el proyecto. También hay participación de otros países. En Murcia, Sonrisa Sarahaui coordina los viajes en avión y la realización de actividades conjuntas.
Estos menores proceden de los campamentos de población refugiada saharaui en Tindouf (Argelia), en los que sus familias llevan refugiadas desde hace más de cuatro décadas. Cuando España abandonó la provincia del Sahara Occidental, Marruecos ocupó el territorio, teniendo que huir la población saharaui a los campamentos actuales.
Se les trae en estas fechas porque el verano allí es muy caluroso y supera fácilmente los 50 grados; de esta manera, además de estar en un clima más suave, tienen la oportunidad de mejorar la precaria alimentación que reciben en los campamentos y cargar las baterías para pasar el resto del año en los campamentos. También se les realizan revisiones médicas para tener controlado su estado de salud y solucionar cualquier problema que puedan tener (cosas que aquí son fáciles de tratar y allí, sin embargo, complicadas, por falta de materiales y recursos).
El programa busca también ofrecer a las familias de acogida la posibilidad de compartir una experiencia de solidaridad y afectividad que fomenta la interculturalidad y transmite valores de igualdad y no discriminación.