El pregón y chupinazo serán el sábado 1 de octubre a las 20:30 h. desde el balcón del Ayuntamiento
La peña Cocotazo dio a conocer este sábado al 34º pregonero de la Feria y Fiestas Patronales de Alhama de Murcia, que ha correspondido en Andrés García Lara, emprendedor y presidente de la asociación Agroeconatura,
El acto se ha desarrollado en la sala abovedada del Museo Arqueológico Los Baños, presidido por la alcaldesa de Alhama, Mariola Guevara, junto a la concejala de Festejos, Leticia Pareja, miembros de la peña, amigos y familiares.
Antonia Sevilla (Cocotazo) ha comenzado recordando a Mateo García, que falleció en primavera y fue el 2º pregonero de la Feria de Alhama en el año 1988, así como pregonero de la Semana Santa en 1990. También ha tenido un recuerdo para Juan Romero ‘Juan El Cartero’, colaborador de la peña en el chupinazo como elaborador de la peana de la trompetilla de los pregoneros.
La comisión que ha elegido a Andrés García Lara está formada por pregoneros de ediciones anteriores, en este caso: Alfonso Cerón, Juan José Robles, Juan Romero ‘El Mañas’, Constantino López, Pedro López ‘Piqui’ y dos miembros de la peña Cocotazo. Los motivos de su designación son «Por su labor en la difusión, educación, mantenimiento, recuperación y sostenibilidad del Territorio de Sierra Espuña, así como de los espacios naturales que la rodean y además por su implicación en un mayor entendimiento entre el hombre y la naturaleza».
El recién elegido pregonero ha destacado la responsabilidad «de estar al mismo nivel de mucha gente por la que tengo una admiración increíble. Es un honor que difícilmente voy a poder compensar». Andrés ha descrito Alhama como «un pueblo donde soy feliz». Así, ha recordado su infancia en la calle Martínez Mena, junto a bancales, «he visto crecer este lugar de una manera en la que a veces tengo una sensación de extraña nostalgia por lo verlo así, pero el progreso y tal como se está construyendo merece la pena que vayamos haciéndolo mucho más grande y que quepamos todos. Creo que se ha hecho con conocimiento, conozco los pueblos que hay alrededor y como el nuestro no hay ninguno».
Respecto a su elección, considera que en la decisión ha pesado «por esa función que de alguna manera estamos haciendo de forma soterrada» desde Agroeconatura, «intentando que la gente que ha decidido vivir en el pueblo donde ha nacido, como Gebas, El Berro y todos los que están vinculados al parque regional de Sierra Espuña, podamos seguir haciéndolo no solo desde la actividad turística sino desde el punto de vista profesional, ligado al sector primario como es la agricultura, ganadería, apicultura y artesanía».
En su discurso también ha reivindicado a la Comunidad Autónoma el arreglo de la carretera RM-515, «lo que nos condicionan las infraestructuras hace que la gente se tenga que ir del pueblo, todo lo demás los propios vecinos seremos capaces de sacarlo adelante, pero si no tenemos esa parte de apoyo de la Administración regional va a ser muy difícil que todo el trabajo que estamos desarrollando pueda ver la luz».
La alcaldesa, Mariola Guevara, ha descrito a Andrés como una persona «enormemente comprometida por la sostenibilidad de nuestro Territorio y en el fomento del agroecoturismo, que va de la mano a que seamos capaces de impulsar las fortalezas de nuestro entorno de productores, agricultores, artesanos, deporte de naturaleza, servicios de restauración y alojamiento de empresas turísticas». Considera que el pregonero «inculca esa idea, contagia su pasión y es el motor para que consigamos y avancemos para tener la marca ‘Territorio Sierra Espuña’ por la que tanto ha trabajado».
Biografía y méritos del pregonero de la edición 2022
«Andrés nació en El Berro, en una familia arraigada a esta pedanía de Alhama de Murcia. Su infancia transcurrió rodeada del verde de Sierra Espuña hasta que se trasladó, junto a su familia, a Alhama para una mejora en la situación económica y laboral.
Inició sus estudios y en paralelo su afición al deporte, sobre todo el fútbol sala, el cual no le iba mal del todo. En la época en la que estaba en el instituto hubo un gran auge del deporte, en cierta medida dado por el interés del profesor Paco Suárez para fomentar y revolucionar esta actividad en los jóvenes, tanto dentro como fuera de las aulas.
En cuanto a sus estudios se refiere, parecía que iban encaminados a la ingeniería, pero la cosa es que se giró hacia la Formación Profesional para formarse como futuro electricista.
Y mientras compaginaba sus estudios con la pasión por el deporte aparece otro elemento, mejor dos: la naturaleza y los ejercicios al aire libre. Es entonces cuando le surge una idea que pasa a proyecto y éste se ve materializado en lo que se llamó Asociación Leiva, en la que no faltó Paco Suárez. Esta asociación se dedicaba a las actividades al aire libre y físicas como senderismo y escalada, entre otras cosas, pero lo que de verdad fue especial fue la travesía. Esta actividad creó muchos adeptos, tanto experimentados como grupos de amigos que prueban a ver qué pasa, y después no hay travesía que se les resista, además de abrir el gusanillo por los deportes en plena naturaleza. Sin duda fue la actividad con más éxito de la asociación, de hecho, a día de hoy todavía se mantiene por todo lo alto.
Con el paso de años y las circunstancias de la vida Andrés se alejó de la asociación, amplió sus estudios, esta vez en administración y contabilidad, lo que le sirvió para ejercer en la empresa familiar. Andrés es un hombre tranquilo en apariencia, pero si uno se queda escuchando oye la inquietud de sus pensamientos. Su lado apegado a la naturaleza hacía, cuando su trabajo se lo permitía, que viajase para conocer y empaparse del modo de vida en otros lugares en pleno contacto con la naturaleza y poco a poco se gestó otra idea que, aunque en un principio no era como él la había diseñado en su mente, acabaría haciéndose realidad al pasar a llevar el camping de El Berro. Paradojas de la vida o no, hay entonces un punto de inflexión. Lo que antes podía resultar un trabajo rutinario, en este nuevo comienzo pasa a tener pinceladas de aventura.
La vida de Andrés es como un no ocurre nada, es algo así como que no busca las ideas o cosas que tiene en la cabeza y doy fe de que hay muchas, pero hay algo que le dirige hacia aquello que tiene plantado en su interior.
Lo que un día supuso un traslado de la familia, en Andrés se revierte en un regreso a su lugar de origen, donde vivir y trabajar por aquello que a lo largo de los años se ha estado gestando en su forma de ver la vida. La naturaleza y la forma en la que se relaciona con ella. El progreso es bueno, sí, pero a la vez deja de lado y olvidado lo más importante: la raíz de nuestra procedencia y mantener la identidad.
En El Berro hay un molino propiedad de su familia y un día decidió restaurarlo para no dejarlo caer y ver en lo que se podía transformar. Como el que no quiere la cosa un vecino le dice de venderle una casa que hay cerca y una cosa llevó a la otra, y todas aquellas cosas que en un principio no era ni tan siquiera una idea o algo parecido se fue transformando en lo que hoy se conoce como ‘Hospedería Bajo el Cejo’. Su labor en el camping queda reducida a una mínima participación y ya su esfuerzo se centra en esta hospedería, que no es sólo es su sustento familiar, sino que se trata de una forma de vida, una filosofía diría yo en un acto de atrevimiento por mi parte.
Andrés dice que hay que vivir en armonía con lo que nos rodea, cuidar de ello y sacar provecho en beneficio de nosotros y por supuesto del entorno. Un entorno como es Sierra Espuña. Andrés alude a la necesidad de fomentar y educar en la sostenibilidad de nuestros espacios naturales para su conservación y contribuir a un desarrollo local para un equilibrio entre el hombre y la naturaleza.
Para ello se trabaja en el proyecto ‘Agroeconatura’. Consiste en poner en valor los recursos del parque regional y territorio de Sierra Espuña de forma sostenible. Es un ambicioso proyecto que poco a poco va tomando forma.
Evidentemente se necesita ayuda de instituciones a todos los niveles y arrimar el hombro como buenamente se pueda. Sí que hay respuesta positiva para este proyecto, pero es sólo un principio, hay otras ideas que abarcan mucho más, como por ejemplo hacer una marca Sierra Espuña con productos autóctonos que se puedan comercializar, para no dejar morir lugares en los que con la participación ciudadana se puede vivir en esa armonía del entorno y el hombre.
Andrés sabe que hasta él mismo hizo un daño del que no fue consciente, salvo por el paso de los años y el marcado deterioro de nuestros espacios abiertos. Por lo que a él respecta, ésta es una forma de resarcirse con la naturaleza de su paso por el vasto territorio. De alguna forma los demás nos resarcimos también, pero si sólo pudiésemos ser conscientes, sólo un poco, del daño que producen hasta nuestras huellas de esas zapatillas que calzamos, entenderíamos la labor por la que Andrés ha apostado y fuerte.
Como veis, Andrés, un hombre tranquilo».