Declaraciones de Ted Chaiban, director ejecutivo adjunto de UNICEF, tras concluir su visita a la Franja de Gaza
«Acabo de terminar una visita de tres días a la Franja de Gaza, donde he podido coordinar con organizaciones locales e internacionales la respuesta de emergencia y hacer balance de las operaciones humanitarias desde la última vez que estuve en la zona hace dos meses. Pero más allá de eso, he podido reunirme con niños y sus familias que están sufriendo algunas de las condiciones más horribles que he visto nunca.
Desde mi última visita, la situación ha pasado de catastrófica a casi colapsada. UNICEF ha descrito la Franja de Gaza como el lugar más peligroso del mundo para ser niño. Hemos dicho que es una guerra contra los niños y niñas. Pero estas verdades no parecen estar calando. De las casi 25.000 personas que, según los informes, han muerto en la Franja de Gaza desde la escalada de las hostilidades, hasta el 70% son mujeres y niños. La matanza de niños debe cesar inmediatamente.
El martes conocí a una niña de 11 años llamada Sama en el hospital Al-Nasser de Khan Younis. Estaba saltando con unos amigos cuando fueron alcanzados por la metralla de un bombardeo. La metralla atravesó el abdomen de Sama y la obligó a someterse a una operación quirúrgica para extirparle el bazo. Se recupera en el hospital, aislada de todos los que la rodean porque ahora está inmunodeprimida en una zona de guerra llena de enfermedades e infecciones.
Diez minutos después conocí a Ibrahim, de 13 años. Estaba en un refugio designado junto a su familia, en una zona que les habían dicho que era segura, cuando todo se derrumbó a su alrededor. La mano de Ibrahim estaba muy dañada y se infectó rápidamente. Sin medicamentos, la gangrena se apoderó de él y finalmente perdió el brazo durante una amputación sin anestesia. La madre de Ibrahim, Amani, que lo acompañó al sur de la Franja para recibir tratamiento vital en Al-Nasser, pidió ayuda para localizar a sus otros seis hijos y a su marido, que habían permanecido al norte de la ciudad de Gaza. Hace dos meses que no sabe nada de ellos.
Pocas horas después de irnos, muchas familias huyeron del hospital Al-Nasser a medida que los combates cercaban la zona.
Más de 1,9 millones de personas, es decir, casi el 85% de la población de Gaza, se encuentran actualmente desplazadas, muchas de las cuales lo han estado varias veces. Más de un millón de ellas se encuentran en Rafah, lo que ha dado lugar a un mosaico de refugios y emplazamientos improvisados que han dejado esta pequeña ciudad prácticamente irreconocible.
La masa de civiles en la frontera es difícil de entender y las condiciones en que viven son inhumanas. El agua escasea y las malas condiciones sanitarias son inexorables. El frío y la lluvia de esta semana crearon ríos de desperdicios. La poca comida disponible no satisface las necesidades nutricionales particulares de los niños. Como resultado, miles de niños y niñas están desnutridos y enfermos.
Hace dos meses, los casos de diarrea habían aumentado un 40% con respecto a antes de la escalada de las hostilidades. A mediados de diciembre, se habían registrado 71.000 casos entre niños y niñas menores de cinco años, lo que supone un aumento de más del 4000% desde el comienzo de la guerra.
Se trata nada menos que de un asombroso deterioro de las condiciones de los niños de Gaza. Si este deterioro persiste, podríamos ver muertes debidas al conflicto indiscriminado agravadas por fallecimientos debidos a enfermedades y el hambre. Necesitamos un gran avance.
Esto empieza por poner fin a los intensos bombardeos, que no solo están matando a miles de personas, sino que también impiden la entrega de ayuda a los supervivientes. Tenemos que conseguir que entren más camiones, hacerlo por más cruces y con procesos de inspección mucho más eficientes. Antes del conflicto entraban en la Franja de Gaza más de 500 camiones al día. Cuando estuve allí en noviembre, pasaban unos 60 camiones de ayuda diarios. Ahora, son unos 130 camiones al día junto a una media de 30 camiones comerciales. Esto se debe a la apertura de un segundo paso fronterizo, pero sigue siendo totalmente insuficiente. Estamos tratando de hacer gotear la ayuda a través de una pajita para satisfacer un océano de necesidades.
Debe haber menos restricciones al tipo de ayuda que podemos aportar, como generadores para bombas de agua y tuberías para reparar las instalaciones de agua, que son fundamentales para restablecer los servicios de agua y saneamiento esenciales para la supervivencia de la población.
Una vez que la ayuda llega a la Franja de Gaza, nuestra capacidad para distribuirla se convierte en una cuestión de vida o muerte. Es imperativo que se levanten las restricciones de acceso, se garanticen unas comunicaciones terrestres fiables y se facilite la circulación de los suministros humanitarios para asegurar que quienes llevan días sin recibir ayuda tengan la asistencia que necesitan desesperadamente. Y tenemos que conseguir que el tráfico comercial fluya en Gaza, para que los mercados puedan reabrir y las familias puedan depender menos de la ayuda.
Por último, necesitamos acceso al norte. Se calcula que entre 250.000 y 300.000 personas viven en el norte de Gaza sin acceso a agua potable y sin apenas alimentos. En las dos primeras semanas de enero, solo 7 de las 29 entregas de ayuda previstas han llegado a su destino en el norte de Gaza. Ni un solo convoy de UNICEF ha accedido al norte de la Franja de Gaza en 2024.
Allí donde tenemos acceso, podemos marcar la diferencia. Visité una de las dos plantas desalinizadoras de Khan Younis que apoya UNICEF y que suministra agua a unas 250.000 personas. Vi a niños con la ropa de invierno que trajimos y a familias usando jabón y productos sanitarios de los kits de higiene que han llegado.
No podemos esperar más a un alto el fuego humanitario que ponga fin a las masacres y daños diarios que sufren los niños y niñas y sus familias, que permita la entrega urgente de la ayuda que se necesita desesperadamente y la liberación segura e incondicional de los dos niños israelíes que siguen secuestrados en Gaza. Esto no puede continuar».
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