Una investigación de VerificaRTVE y EFE Verifica analizó 115.000 mensajes y documenta cómo el odio se organizó y saltó a la calle

Torre Pacheco, municipio agrícola y diverso de la Región de Murcia, vivió en julio una secuencia vertiginosa: una agresión a un vecino de 68 años, bulos que se propagaron en horas y noches de tensión en las calles. Un especial de VerificaRTVE, en colaboración con EFE Verifica, ha radiografiado ese ciclo de desinformación y odio tras analizar más de 115.000 mensajes en X y Telegram publicados entre el 9 y el 17 de julio. El trabajo aporta cronología, métricas y actores clave de una campaña que degradó la convivencia y exportó un relato xenófobo más allá de España. Según el propio reportaje, el detonante fue la ausencia de información fiable en las primeras horas, caldo de cultivo perfecto para contenidos engañosos que “premian” los algoritmos del conflicto.
Desinformación que prende en horas
El relato verificado por RTVE y EFE parte de un hecho real: la agresión a un vecino, identificaciones iniciales y un dato difuso sobre el origen de los atacantes. En ese vacío, el 10 de julio comenzaron a circular un vídeo antiguo de otra ciudad y una imagen con la supuesta identidad de los autores. En apenas 72 horas, los mensajes sobre “Torre Pacheco” se multiplicaron en X: de unos cientos a miles por hora, con picos la tarde-noche del 11 y la del 12 de julio, cuando también crecieron los disturbios. La investigación insiste en un patrón: a más ruido y confrontación, mayor difusión algorítmica.
La verificación temprana contuvo algunos bulos —como el vídeo que se atribuía falsamente a la agresión, en realidad grabado en Almería—, pero no desactivó la dinámica de viralización: cada rectificación compite contra piezas diseñadas para reforzar estereotipos y emocionar con ira. La propia investigación incorpora la voz de la analista de redes Mari Luz Congosto: cuando falta información, llega la desinformación; y cuando llega la desinformación, el algoritmo la eleva si genera polémica. El resultado: debates contaminados, señalamiento de colectivos y un clima social enrarecido en la localidad.
El análisis cuantitativo es elocuente: de casi 75.000 publicaciones en X con “Torre Pacheco” en ese periodo, alrededor del 10% contenían discurso de odio. En las primeras 72 horas, su potencia de expansión fue aún mayor: esos mensajes lograron de media más republicaciones que el resto. El trabajo señala incluso una correlación temporal: el repunte del odio en redes coincidió con las noches de altercados. En paralelo, el propio agredido pidió calma ante las cámaras y afirmó que en el municipio “no hay odio”, un mensaje de convivencia que, sin embargo, no bastó para desactivar la mecha.

El odio se organiza y se exporta
El reportaje identifica cuentas con gran capacidad de redifusión —tanto nacionales como internacionales— que empujaron narrativas racistas o alarmistas, y recuerda que la Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE) ha cuestionado la veracidad de algunos de esos perfiles que se presentan como informativos. También documenta la entrada de redes transnacionales con discursos antiinmigración y prorrusos, lo que amplificó el eco del caso fuera de España. El patrón, descrito por Congosto y recogido por RTVE, es claro: burbujas ideológicas afines en distintos países se conectan y replican marcos de odio en otros idiomas.
El lenguaje de esos mensajes —“moros”, “magrebíes”, “cacería”, “machetes”— se estudia con modelos de inteligencia artificial aplicados por el equipo de VerificaRTVE y EFE Verifica. La conclusión es que el discurso de odio opera con deshumanización, generalizaciones y llamadas explícitas o implícitas a la violencia. Y su “éxito” no depende de su volumen absoluto, sino de su capacidad para convertirse en tendencia y condicionar la conversación pública. La Región de Murcia, con Torre Pacheco como epicentro coyuntural, fue el caso de estudio que expuso esa dinámica ante todo el país.
En la otra orilla del debate, voces que intentaron contrarrestar el relato xenófobo también alcanzaron impacto, pero no lograron neutralizar el marco dominante: miedo, confrontación y estigma sobre personas migrantes, un tercio de la población del municipio. La investigación recuerda que esas narrativas, aunque minoritarias en porcentaje, obtienen más compartidos y, por tanto, fijan agenda. La experiencia de Torre Pacheco ilustra cómo un municipio puede verse atrapado por un “caso nacional” que lo convierte en símbolo y caricatura al mismo tiempo.

Respuesta policial y vacío legal
El especial de RTVE incorpora el punto de vista de Guardia Civil y Policía Nacional: monitorización de Telegram y X, ciberpatrullaje y coordinación judicial para evitar la escalada. Hasta la fecha de publicación del reportaje, el operativo dejó 700 personas identificadas, 140 denunciadas y 10 detenidos; los autores de la agresión al vecino resultaron ser tres jóvenes marroquíes no residentes en el municipio. Más allá de esas cifras, los investigadores subrayan una “lección aprendida”: proteger a las víctimas del odio con mecanismos ágiles que aporten seguridad y eviten que el miedo cale en el tejido vecinal.
El reportaje también aborda la vertiente jurídica: en España, la desinformación no es delito per se. Solo cuando encaja en tipos ya previstos —delitos de odio, desórdenes públicos, injurias o estafas— puede perseguirse penalmente. A nivel europeo, la Ley de Servicios Digitales (DSA) impone obligaciones de transparencia y retirada rápida de contenidos nocivos a las plataformas; pero el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe) constató que apenas se retiró el 22% de las publicaciones de odio alrededor del caso. En otras palabras: el marco legal y regulatorio aún llega tarde frente a ciclos de viralización que se miden en minutos.

Como medio regional, este periódico constata dos enseñanzas locales y urgentes: primero, que instituciones y actores públicos de la Región de Murcia necesitan protocolos proactivos de información en crisis —comunicación rápida, datos verificados, desmentidos claros— para no dejar huecos a los desinformadores; segundo, que la sociedad civil, asociaciones y medios debemos blindar la convivencia frente a quienes explotan el miedo para arañar clicks o rédito político. La pieza de VerificaRTVE y EFE Verifica no habla de teoría; radiografía con datos un caso cercano que evidenció que los bulos no son anécdota, sino un problema de seguridad y salud democrática.
La pregunta que cierra el especial es la misma que debería abrir la agenda regional: ¿qué consecuencias tendrá el próximo bulo si no reforzamos nuestra resiliencia comunitaria? Torre Pacheco demostró que el coste social es real; por eso resulta imprescindible anticiparse, informar con rigor y no ceder el terreno digital a quienes lucran con el odio. El periodismo verificado —y la respuesta institucional proporcional y transparente— son el dique más eficaz. Y la Región de Murcia, tantas veces laboratorio de narrativas extremistas ajenas, merece que ese dique se consolide. La evidencia está sobre la mesa y la ha puesto RTVE: aprendamos de ella antes de la próxima chispa.
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