La culpa nunca es del PP

La culpa nunca es del PP
La culpa nunca es del PP

«Del barro al escaño, el PP convierte la incompetencia en virtud y el dolor en oportunidad partidista«

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La política española vive estos días una extraña mezcla de tragedia, farsa y cinismo a granel. En Madrid, un juicio contra el fiscal general del Estado se desinfla como un soufflé recalentado, mientras en Valencia, Carlos Mazón escenifica una dimisión que no es tal, un teatrillo sin disculpas ni vergüenza. Desde Murcia, Fernando López Miras cierra filas como buen escudero, elevando la mediocridad a virtud. Todo encaja: el Partido Popular ha perfeccionado el arte de mentir sin pestañear y dimitir sin culpa. Una tragicomedia con guion compartido y aplausos cruzados.

Mentiras sin castigo: el vodevil del fiscal general

El juicio al fiscal general comenzó como un fuego artificial mediático y está terminando como un petardo mojado. Las acusaciones por revelación de secretos se han ido deshaciendo en directo, dejando al descubierto algo más grave: fue un montaje. El testimonio estelar de Miguel Ángel Rodríguez, el Rasputín castizo del PP madrileño, fue una oda al descaro. «No tengo ninguna fuente, no necesito una compulsa, no soy notario». Casi se esperaba que rematara con un “porque yo lo valgo”.

La culpa nunca es del PP

El juicio ha revelado que todo se basaba en una mentira burda, diseñada con el entusiasmo de quien se sabe impune. Periodistas como Alfonso Pérez Medina tuvieron que ir al Supremo a explicar que sí, que lo de MAR era humo, que las pruebas eran falsas y que el fiscal general hizo su trabajo. Pero claro, ¿quién va a rendir cuentas cuando la mentira se ha convertido en herramienta de gobierno?

Mazón dimite, pero sin bajarse del pedestal

Saltamos de la farsa a la tragedia. Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, dimite por la gestión de la DANA, pero no por sus errores. Dimite porque “ya no puede más”, como si se tratara de un mártir incomprendido. La DANA arrasó la Vega Baja, dejó más de 200 muertos y un reguero de indignación. ¿Y qué hizo Mazón? Estar de comida (no se sabe si con postre del que no se toma en la mesa del restaurante), no hacer nada y luego irse sin pedir perdón. Ni una palabra a los familiares. Ni una.

Lo más grotesco llegó cuando admitió que no pidió la declaración de emergencia nacional porque “el presidente de mi partido me lo aconsejó”. Traducción: Feijóo le dijo que no pidiera ayuda al Estado porque convenía mantener el choque con Moncloa. ¿Y los muertos? Colaterales. ¿La ayuda que no llegó? Daños colaterales también. Lo importante era no parecer blando con Sánchez.

La culpa nunca es del PP

El PP se apresuró a matizar, claro. Que si lo dijo mal, que si se sacó de contexto. Pero nadie desmintió nada con claridad. Preguntamos. Esperamos. Silencio. Porque la consigna es siempre la misma: negar, victimizarse y mirar hacia otro lado.

Murcia: el reino del palmero oficial

Y como no podía faltar, apareció López Miras. Desde Murcia, el campeón del conformismo institucional, se apresuró a vestir de virtud lo que fue cobardía. «Ha asumido su responsabilidad», dijo de Mazón, sin sonrojarse. «La mayor responsabilidad es dejar el cargo público». Ah, claro. Entonces dimitir sin decir por qué ya es suficiente. Que no nos vengan ahora con exigencias. ¿Dónde hay que firmar para salir a hombros?

Y eso que él tampoco puede sacar pecho. En el último episodio de lluvias torrenciales en el Campo de Cartagena y Los Alcázares, su Gobierno repitió la fórmula: esperar, minimizar, señalar a Madrid. Y la culpa, por supuesto, era del otro. La misma coreografía, los mismos actores secundarios. A Mazón se le aplaude, al Gobierno central se le acusa, y mientras tanto los ciudadanos siguen empapados, literal y metafóricamente.

Una estrategia sin pudor ni memoria

El PP ha convertido la irresponsabilidad en método. Dimisiones sin culpa, juicios sin pruebas, defensas cerradas a cal y canto entre sus dirigentes. No hay lugar para la verdad, solo para el relato. Mazón se va sin decir la verdad. Miguel Ángel Rodríguez miente sin que pase nada. López Miras aplaude todo lo que venga de su partido, aunque huela a desastre, como buen palmero.

No se trata de buscar purezas imposibles, sino de exigir un mínimo de decencia. Que si alguien miente, lo reconozca. Que si alguien gestiona mal una tragedia, no se victimice. Que si alguien tiene poder, lo use para proteger a la gente, no para protegerse entre ellos. Pero eso sería pedir otra política. Y aquí, de momento, solo tenemos una cosa clara: la culpa nunca es del PP.

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