Los nuevos datos regionales revelan que más de la mitad de la infancia en Oceanía y un tercio en África subsahariana y Asia central y meridional conviven con violencia contra sus madres
La violencia que sufren millones de mujeres en el mundo no termina en ellas. Atraviesa hogares, biografías y generaciones enteras. Así lo confirma la nueva nota informativa global de UNICEF, difundida tras la actualización de estimaciones realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Grupo de Trabajo Interagencial de Naciones Unidas, que sitúa en 1 de cada 4 niñas y niños —unos 610 millones— los que viven en hogares donde sus madres han sufrido violencia física, emocional o sexual por parte de su pareja en el último año.
Se trata del primer análisis con desglose regional, un avance estadístico que permite identificar con mayor claridad dónde se concentran los riesgos y qué regiones del planeta soportan una carga desproporcionada de violencia machista. Y el diagnóstico es contundente: Oceanía, África subsahariana y Asia central y meridional son los territorios con mayor exposición infantil a la violencia de pareja.
“Hoy, millones de mujeres y niños y niñas viven en hogares donde la violencia forma parte de la vida cotidiana”, advirtió la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, subrayando que “la seguridad y la autonomía de las mujeres son fundamentales para el bienestar de la infancia”.
Una radiografía global: enormes desigualdades y violencia normalizada
Por primera vez, UNICEF ofrece cifras regionales que permiten dimensionar el impacto real de la violencia de pareja en la infancia. El análisis confirma que la exposición infantil reproduce casi de forma exacta los patrones geográficos de violencia contra las mujeres:
- Oceanía encabeza la prevalencia: algo más de la mitad de sus niños y niñas —unos 3 millones— viven con madres maltratadas.
- África subsahariana registra un 32%, lo que afecta a 187 millones de niños y niñas.
- Asia central y meridional, con un 29%, concentra la mayor carga absoluta del planeta: 201 millones de menores expuestos.
Otros datos regionales completan el mapa mundial:
- África del Norte y Asia Occidental: 26% (52 millones).
- América Latina y el Caribe: 19% (35 millones).
- Asia Oriental y Sudoriental: 21% (105 millones).
- Europa y América del Norte: 13% (28 millones).
- Australia y Nueva Zelanda: 5% (400.000).
Estas cifras se enmarcan en el dato general ya señalado por Naciones Unidas: más de 1 de cada 10 adolescentes y mujeres (de 15 años en adelante) ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja en los últimos 12 meses.
Violencia que atraviesa generaciones: impacto en salud, aprendizaje y seguridad infantil
La nueva publicación de UNICEF insiste en que la violencia contra las mujeres nunca es un asunto privado: se convierte, en la práctica, en un problema estructural que atraviesa la vida de sus hijos e hijas.
Los estudios recopilados revelan que los niños y niñas expuestos a violencia de pareja tienen muchas más probabilidades de sufrir agresiones físicas o psicológicas dentro del hogar. La normalización de la violencia como mecanismo de resolución de conflictos incrementa el riesgo de que, en la edad adulta, estas mismas personas reproduzcan patrones de abuso, ya sea como víctimas o como agresores.
UNICEF advierte de que esta realidad afecta directamente a la salud emocional, la seguridad, el desarrollo cognitivo y el aprendizaje. La exposición continuada a la violencia deteriora la confianza, incrementa el estrés tóxico infantil y puede generar secuelas de larga duración.
El foco en la violencia vicaria: cuando el daño hacia las mujeres se ejecuta a través de los hijos
Aunque el informe se centra en la convivencia con la violencia de pareja, UNICEF recuerda que esta es la puerta de entrada a otras violencias extremas, incluida la violencia vicaria, en la que los agresores instrumentalizan a los hijos e hijas para causar daño a las mujeres. Desde 2013, 38 menores asesinados por sus padres o parejas de sus madres y otros 27 menores asesinados junto a sus madres o víctimas directas son solo algunos de los rostros de una estadística que sigue creciendo.
Soluciones que ya funcionan: el llamamiento de UNICEF a los gobiernos
La organización reclama a los Estados y a la comunidad internacional que adopten medidas urgentes y coordinadas para frenar la violencia machista y proteger a la infancia. UNICEF apuesta por políticas simultáneas, capaces de reducir al mismo tiempo la violencia contra las mujeres y la violencia contra niños y niñas. Entre las recomendaciones destacan:
- Coordinar y ampliar estrategias integrales contra la violencia, con especial apoyo a organizaciones lideradas por mujeres y niñas.
- Reforzar los servicios centrados en las supervivientes, garantizando acceso a seguridad, atención médica, psicológica y social.
- Aumentar la inversión en prevención, incluidos programas de parentalidad positiva y formación escolar en igualdad y no violencia.
- Combatir las normas sociales que perpetúan la desigualdad, incorporando la voz de supervivientes y de la juventud en el diseño de políticas públicas.
UNICEF recuerda que existen herramientas, evidencia científica y experiencias exitosas que pueden guiar a los gobiernos, pero alerta de que la desigualdad global y la falta de compromiso político siguen siendo barreras determinantes.
Un problema global con consecuencias locales
Aunque las cifras del informe abarcan distintas regiones del mundo, UNICEF subraya que la violencia contra mujeres y niñas, y el impacto en la infancia, es un problema universal. Los datos exigen a los gobiernos —independientemente de su nivel de desarrollo— reforzar sus sistemas de protección, garantizar recursos adecuados y asegurar que cada niño y niña crezca en un entorno seguro.
La organización anima además a la ciudadanía a apoyar su labor en defensa de los derechos de la infancia y recuerda que la violencia machista no es un fenómeno inevitable, sino una vulneración directa de derechos humanos que puede y debe erradicarse mediante políticas decididas y sostenidas en el tiempo.
UNICEF concluye con un mensaje inequívoco: proteger a las mujeres es proteger a la infancia. Porque la seguridad de un hogar empieza por la seguridad de sus madres.
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